Rodolfo Cecchi, del Sindicato Unido de Trabajadores Municipales, cree que es una maniobra para forzar a los trabajadores a aceptar un retiro voluntario. Confía en que el Tribunal de Cuentas de la Provincia anulará la medida.
“No hay un solo reclamo de un trabajador municipal contra IOMA», dice Rodolfo Cecchi, del Sindicato Unido de Trabajadores Municipales de San Nicolás, y explica: «La decisión nos sorprendió a nosotros; pero también a los concejales porque el tema fue derecho al recinto para su votación, ni siquiera pasó por la comisión de Labor Parlamentaria, que es lo habitual.» A partir de esa situación, señala que la preocupación ha ido creciendo entre los trabajadores que no tienen en claro que pasará con su cobertura de salud de aquí en más.
Hace menos de una semana, el intendente de San Nicolás, Manuel Passaglia, anunció que desafiliaría a los empleados municipales del Instituto Obra Médica Asistencial (IOMA) y desde entonces, sólo hubo críticas al Gobierno provincial y ninguna decisión respecto al futuro. Eso es lo que preocupa a los trabajadores y trabajadoras del municipio.
En la ciudad hay dos sindicatos municipales. El Sindicato de Trabajadores Municipales, que conduce Desiderio Monzón y milita en la Federación que responde a Humberto Bertinat, y es que mejor diálogo tiene con el intendente. El sindicato encabezado por Cecchi, con otro perfil, milita en el FreSiMuBo del Cholo García. Tras años de enfrentamiento con la otra organización, aguarda el otorgamiento de su personería gremial por parte de la justicia y encabeza las protestas contra la ruptura con IOMA.
Lo que está en juego es la cobertura de 630 trabajadores y 1.365 familiares directos, entre parejas e hijos a cargo. El 20 por ciento de ellos sufre alguna patología crónica o preexistente. Hay pacientes diabéticos, cardíacos y oncológicos, con tratamientos cuyos costos superan ampliamente el aporte salarial. El salario bruto de un ingresante al municipio hoy, y desde su última actualización en marzo pasado, es de 47 mil pesos. Mejora un poco con bonos y sumas no remunerativas, pero nada de eso llega a la obra social. Por eso la preocupación y la reticencia a abandonar IOMA. “Tengo un compañero discapacitado. Hace poco se le rompió la silla de ruedas, que vale 8 mil dólares y se hicieron cargo, ¿qué prepaga va a hacer eso?”, interpela.
Consultado por las motivaciones de tan sorprendente anuncio, Cecchi no descarta la campaña electoral, pero agrega otro dato de relevancia. “San Nicolás, de acuerdo al último censo, tiene 165 mil habitantes. ¿Se puede manejar una ciudad tan grande con apenas 630 empleados? Claro que no. Hay 2.500 monotributistas precarizados. Ese es el modelo del intendente. Quiere una ciudad de trabajadores sin derechos. El corte con IOMA es una presión más, para que los que quedan acepten el retiro voluntario.”
La vocación privatista de Passaglia no es nueva. En 2020 comenzó, también de manera unilateral e inconsulta, a pagar los sueldos en el Banco Hipotecario, en vez de en el Bapro, que es un producto gratuito, haciendo que se les descuenten gastos de mantenimiento a los ya magros ingresos de los trabajadores. Más tarde cambió el seguro de accidentes de trabajo, de Provincia ART a una cobertura de Swiss Medical, que no brinda las mismas pestaciones. También aprobaron la figura de la Sociedad Anónima con Participación Estatal Mayoritaria (SAPEM), para abrir la puerta de la salud municipal a jugadores del sector privado. “pero las llamadas unidades de atención no tienen casi nada, algunas funcionan con un enfermero y sin médico”.
El sistema de salud argentino se basa en el principio de solidaridad. Una mayoría joven y sana, aporta para cubrir las necesidades del sector más envejecido de la población, cuyo gasto médico es mucho mayor, con la expectativa de que en un futuro recibirán idéntico tratamiento. Por eso, desde la entrada en vigencia de la ley nacional 26.682, denominada “de empresas de medicina prepaga”, sancionada en 2011, el sistema penaliza con cuotas más elevadas los cambios de cobertura de los mayores de 50 años, de manera creciente conforme avanza la edad del interesado, y pacientes con enfermedades preexistentes. Este ítem era un reclamo importante del sector que, durante la discusión parlamentaria, reclamaba “dejar de asegurar autos chocados».
Si un paciente de 50 años de edad o más cambia de cobertura, habrá dejado toda la rentabilidad en la primera empresa o institución y le transferirá a la siguiente costos -es decir, pasivos- muy por encima de sus aportes. La capacidad de resistir estas situaciones está directamente asociada al volumen, es decir, a la cantidad de afiliados. IOMA tiene más espalda, pero las más chicas se endeudan y quiebran, dando lugar a procesos de concentración. Por eso, la relación entre los conceptos de «libre elección» y «cobertura de salud» no es fácil ni lineal.
“En IOMA existe la posibilidad de integrar el consejo consultivo, de hacerse escuchar y defender los derechos, ¿en qué prepaga hay algo así? Por eso acá nadie quiere abandonar el sistema solidario”, concluye Cecchi, consultado al respecto por este medio en diálogo en el que pone en duda que la decisión sea practicable. “El tribunal de cuentas de la provincia tiene una doctrina contraria a estas decisiones y es de esperar que la rechace.”
Cecchi refiere a los plateos de los municipios de Pinamar, que pidió desvincularse del IOMA y avanzar con la contratación directa de una empresa privada, y Balcarce, que buscaba «brindar opciones» para que los trabajadores pudieran optar por permanecer en el IOMA o adherir voluntariamente a una empresa de medicina prepaga. Ambos pedidos fueron rechazados oportunamente por el Tribunal de Cuentas de la Provincia.