El sindicalista explica las características de la ciudad, que la hacen sensible a eventos climáticos extremos y el rol de los trabajadores para la reconstrucción.

Los trabajadores municipales de Bahía Blanca, que descansan entre cuatro y cinco horas diarias desde que se desató la inundación el viernes pasado, tienen como prioridades la atención sanitaria y la distribución de las donaciones que llegan de todo el país, mientras trabajan en el restablecimiento de los servicios esenciales.

“Literalmente, el agua rompió la ciudad, la rompió toda. Nunca vimos algo así”, comenta a la salida del comité de crisis, en el que tienen amplia representación, el secretario general, Miguel Agüero, en diálogo con Buenos Aires/12.

Con 59 años de edad y 33 de carrera municipal, Agüero es enfermero de profesión y secretario de relaciones internacionales de la Federación de Sindicatos Municipales Bonaerenses (Fesimubo).

“Lo primero que hay que tener presente es que la ciudad está ubicada en una olla. Se fundó justo en el fondo, que ahora son el micro y macrocentro, y después los barrios se fueron extendiendo hacia arriba. Eso explica que tengamos inviernos con catorce grados bajo cero y veranos arriba de cuarenta grados. Por eso no es la primera inundación, pero sí la más fuerte. Es comparable a lo que pasó en Valencia o al Katrina» contextualiza haciendo referencia a la Dana de octubre de 2024 en España y al huracán que azotó Nueva Orleans en 2005.

“Bahía está atravesada por dos canales, el Maldonado y el Napostá, que son los que habitualmente escurren el agua fuera de la ciudad. El Maldonado tiene ocho metros de profundidad y el Napostá fue entubado en la época de Perón. Ninguno de los dos alcanzó, los dos se desbordaron”, comenta.

«Encima, soplaba sudeste desde el mar. Normalmente, el agua de lluvia fluye hacia el mar, pero el viento sudeste la retiene y el mar no se retira. Tuvimos varios días de doble pleamar», dice en referencia a un fenómeno climático muy poco frecuente.

“Todavía se trabaja para sacar agua de las zonas bajas. Los subsuelos, las cocheras, quedaron llenos de agua. En la galería comercial Visión Dos Mil, sacamos seiscientos mil litros de agua. Y es agua que trae lodo, que trae heces, porque obviamente también se desbordaron las cloacas. Llovió en un día lo que llueve en un año”, describe.

Para Agüero, y para los municipales en general, el desafío fue y es muy distinto al de diciembre de 2023, cuando la ciudad fue azotada por un tornado y el derrumbe de un tinglado causó trece muertes.

“Aquello fue muy doloroso pero duró minutos. Acá vamos a cumplir la primera semana lidiando con las consecuencias y no sabemos cuánto tiempo más vamos a estar así, pero nos preparamos psicológicamente. El panorama es desolador”, sostiene.

Además, agrega que “la inundación se produjo un viernes, un día hábil. La lluvia empezó a las 4 de la mañana. Los trabajadores fueron llegando a sus lugares de trabajo como podían, pero a las 7 ya estaba claro que se venía algo muy difícil”. Hay imágenes muy impactantes de los trabajadores saliendo hacia los distintos puntos de la ciudad en las máquinas viales, comparables a las de un éxodo de una zona de guerra.

“Lo primero fueron las evacuaciones, contener a esa gente que perdió todo en minutos, después hubo que reorganizar el tránsito. Más tarde empezaron a aparecer los problemas sanitarios: ese día hipotermias y lastimaduras, de gente que andaba a ciegas por el agua, después infecciones y cólicos, por el tema de la contaminación del agua. En las primeras horas, todos hicimos de todo”.

Experiencia
Bahía Blanca tiene, según el censo de 2022, 340 mil habitantes y cuatro mil trabajadores municipales. «Ya atravesamos la gripe A, la pandemia, el tornado de 2023 y ahora esto. Somos le primer cordón de contención. Tenemos experiencia acumulada y reflejos para actuar ante la crisis», afirma con orgullo.

Por eso afirma que la relación con los vecinos en general es buena. «La única excepción es con la gente que sigue sin luz, que está enojada y la entendemos. Pero en buena parte de la ciudad, el cableado es subterráneo y no aéreo, por eso no se puede acceder».

Esa experiencia y conocimiento a los que se refiere Agüero son los que sustentan el rol de los trabajadores municipales en el comité de crisis. Más allá de los funcionarios que cambian con cada gestión, los trabajadores de planta son los verdaderos conocedores de la ciudad, sus problemas y posibilidades.

«Acá, después de todo lo que pasamos, nadie duda de la necesidad de la presencia estatal, en sus tres niveles. Por eso cae mal cuando vienen funcionarios a ver y no se hacen cargo», reflexiona.

 

Fuente:https://www.pagina12.com.ar/810283-trabajamos-a-destajo-desde-la-inundacion?fbclid=IwY2xjawI_1INleHRuA2FlbQIxMQABHQJFRP2g43vLOThkyxDoGQHic1uGtOtIKrh2M2I60Som85qwKHJJX4dlNA_aem_zvbxTB47lkMskc4jI_UNvQ